
En los próximos días de agosto, los cielos nos reservan un fenómeno astronómico de lo más particular y poco frecuente: la Luna negra. Este evento, que suele pasar desapercibido para la mayoría, tendrá lugar este año el sábado 23 de agosto. Lejos de la imponente presencia de la Luna llena, que nos deslumbra con su resplandor, la Luna negra se caracteriza por su casi total invisibilidad, una curiosidad que la convierte en un objeto de fascinación para los observadores del firmamento.
Pero, ¿qué es exactamente este fenómeno tan esquivo? La Luna negra se produce cuando se registran dos lunas nuevas dentro de un mismo mes calendario. Esto es inusual, ya que lo habitual es que solo haya una única luna nueva por mes. Durante la fase de luna nueva, la cara de nuestro satélite natural que está iluminada por el Sol se orienta en sentido contrario a la Tierra, impidiendo así que la luz solar se refleje hacia nosotros. Es por ello que, en esta etapa, la Luna se vuelve prácticamente «invisible» a simple vista.
La ocurrencia de una segunda luna nueva en un mismo mes, dando origen a la Luna negra calendárica, es un suceso poco habitual. De hecho, para volver a presenciar este particular evento, tendremos que esperar hasta el año 2027.
Más allá de esta definición principal, el portal Sky Tonight amplía el concepto de «Luna negra» para describir otras situaciones singulares relacionadas con la fase de Luna nueva:
• La Luna negra calendárica: Es la que acabamos de describir, cuando dos lunas nuevas se presentan en un mismo mes calendario. Esto se debe a que el ciclo lunar dura alrededor de 29 días, lo que en ocasiones permite que una segunda luna nueva se manifieste dentro de los límites de un mes.
• La Luna negra estacional: Esta ocurre cuando surge una Luna nueva extra dentro de una estación astronómica. Generalmente, cada estación cuenta con tres lunas nuevas; sin embargo, si aparece una cuarta, la tercera de ellas recibe la denominación de Luna negra estacional.
• El Mes sin Luna nueva: La tercera acepción se da en aquellos meses en los que, por su corta duración, no se registra ninguna Luna nueva. Este fenómeno suele acontecer en febrero, que es el único mes más corto que la duración de un ciclo lunar completo.
Así, la Luna negra, en sus diversas acepciones, se nos presenta como un recordatorio de la compleja y siempre sorprendente danza celeste, un fenómeno que, aunque invisible, encierra una profunda singularidad astronómica